La noche del 22 de marzo de 2010 desapareció de su habitación Paulette Gebara Farah, una niña de cuatro años que vivía con su familia en una zona exclusiva del Estado de México.
No había cerraduras forzadas ni indicios de que fuera secuestrada. El caso fue seguido por todos los medios de comunicación y llamó la atención del país entero.
Sin embargo, nueve días después, cuando el caso parecía estar a punto de resolverse, ocurrió algo insólito: el cuerpo de la niña fue encontrado al pie de la cama, enredado entre las sábanas. Ahí habían tenido lugar decenas de entrevistas y trabajos policiales, y nadie había visto nada; pero según la versión “oficial”, el cadáver había estado ahí todo el tiempo.
De acuerdo con el escritor Martín Moreno, autor del libro Paulette, lo que no se dijo, las declaraciones de los padres de la niña de cuatro años fueron contradictorias. Mauricio Gebara decía que él sabía dónde estaba su hija, pero que necesitaba ayuda judicial, mientras que Lisette también conocía el paradero de la menor, pero decía que la culpa era de su esposo y que él había planeado todo.
En las declaraciones de los policías ministeriales a cargo del caso, se indicó que durante las conversaciones Mauricio Gebara manifestó «de manera desesperada que él sabía dónde se encontraba la menor y que para decirnos donde se encontraba solicitaba que le dieran garantías ya que temía verse involucrado con un problema”.